En la antigua
Roma, los emperadores saciaban el hambre del pueblo obsequiando lonjas de pan
durante las carnicerías humanas en los coliseos. De esta forma, entre aplausos
de una sociedad empobrecida, los césares se llenaban de gloria dando migajas a la
gente, que no tenía más remedio que vociferar el ‘Ave César’ para recibir la
limosna, que después era sonsacada con más impuestos.
Más allá de
ser netamente prebendalista, el doble aguinaldo decretado por el gobierno de
Evo Morales, no es otra cosa que una dádiva a un pueblo que sufre las
consecuencias de una mala administración pública. Como en el antiguo imperio
romano, el máximo líder cocalero se ha llenado de ponderaciones aprovechándose del
hambre del pueblo y del regocijo del más necesitado, que recibe con beneplácito
este dinero extra e impensado, en tiempos de escasez extrema.
Sin embargo,
hasta el asalariado más necesitado se da cuenta que esta medida tiene muchas
aristas que deben ser esclarecidas y que trataremos de dilucidar.
En primer
lugar, la Constitución
Política del Estado establece que a todo trabajador le
corresponde por derecho su bono navideño (aguinaldo), además de las primas o
utilidades que generan las empresas durante un año calendario de gestión (casi
nunca se cumplen). Desde que el MAS asumió el poder en el 2005, gracias a las
políticas económicas heredadas por los gobiernos ‘neoliberales’, que tuvieron
el buen acierto de firmar un contrato de venta de gas indexado al precio
internacional del barril de petróleo, las ganancias del Producto Interno Bruto
(PIB) han alcanzado niveles históricos.
Como el dinero
por el gas comenzaba a llegar por quintales a Bolivia y a sus empresas
petroleras, el presidente Evo Morales decide nacionalizar todas las empresas
para quedarse con las ganancias y despachar del país la inversión extranjera. A
partir de esta figura los ingresos netos por exportación del hidrocarburo se
convirtieron en el 89% del PIB, superando por primera vez en la historia a los
minerales, que han quedado relegados.
Han pasado más
de 8 años desde que el MAS asumió, y goza de más de 32 mil millones de dólares
en la reserva internacional, y han pasado más de 7 años de la nacionalización
con ganancias por arriba de los $us 19.000 millones, pero el pueblo en este
tiempo jamás vio una prima o utilidad en sus bolsillos, de esta gran bonanza.
La
estatización de los hidrocarburos, en mayo de 2006, es la obra estrella de Evo
Morales, que luego dio paso a sucesivas nacionalizaciones de la minería, las
telecomunicaciones, la electricidad, la aeronavegación, etc, que multiplicaron
a la economía nacional a $us 32 mil millones.
Con todo ese
dinero en las arcas del Banco Central, y del Gobierno del MAS, el presidente
Evo Morales ha asumido la política de regalar migajas al pueblo, en vez de
dedicarse a invertir, producir, industrializar el país, mejorar la salud,
educación y seguro social de desempleo.
Claros
ejemplos son el Bono Juancito Pinto, que proviene del Impuesto Directo a los
Hidrocarburos y no llega ni al 1% del neto recaudado. Lo mismo sucede con el
Bono Juana Azurduy para embarazadas, que solo alcanza al 0.8% de la utilidad; y
el Bono Dignidad, beneficio es cubierto por el Fondo de la Renta Universal de Vejez (FRUV)
cuyas fuentes de financiamiento son: el 30% del
Impuesto
Directo a los Hidrocarburos (IDH), dividendos de las empresas capitalizadas y
el rendimiento de las inversiones del patrimonio del FRUV, que en conjunto
equivalen a 1.9% del PIB.
En suma, el
costo del PIB para los ‘tres grandes bonos’, que son la bandera política del
MAS, no llega ni al 4% de los ingresos.
Además, estos
obsequios sólo estaban destinados a un determinado sector de la sociedad que es
minoría, y el cúmulo de la ciudadanía estaba totalmente apartada de las
utilidades de las empresas principalmente estatales o del pueblo.
Jamás, en sus
8 años de gestión, el MAS dio primas o bonos de producción a la masa obrera de
las empresas bolivianas, y más bien cada año se ha convertido en una lucha por
un mísero incremento salarial que no llega ni a la tercera parte de la
inflación real en el país.
Hoy, el
régimen de Evo Morales, a sabiendas que el 2014 el pueblo le pasará la factura
en las elecciones generales, por su aplazamiento en la administración del
aparato público, decide otorgar este bono, que por derecho le corresponde a la
gente.
Hay que
entender claramente el primer punto, el Gobierno no está regalando nada, es una
obligación del Estado y las empresas privadas repartir las ganancias y/o
utilidades que se generan en un año calendario a sus trabajadores.
Y partiendo de
esta norma, es obvio que cuando una gestión no ha sido buena para la empresa,
no habrá utilidades o primas para los obreros. Es comprensible. De esta
explicación partimos a otro principio, antes de decretarse el doble aguinaldo,
se debió calcular la utilidad de la empresa privada para que haga efectivo este
bono.
Como el
gobierno prácticamente baila en una piscina de petrodólares, no le va a ser
mella el aguinaldo doble para los trabajadores públicos. Pero qué pasa con el
empresariado privado?
Durante el
2013, y desde que llegó al poder el MAS, los privados están en una guerra sin
cuartel para poder trabajar. Decreto tras decreto, el Gobierno de Evo Morales
ha desincentivado la producción prohibiendo exportar.
No hay inyección
gubernamental al aparato productivo privado, que está endeudado hasta el
cuello, y ni qué hablar de los micro y pequeños empresarios.
Entonces,
coincidimos que es obligación del Estado repartir estas utilidades y de las
empresas privadas que gozan de ganancias, pero como al MAS poco o nada le
interesa el bolsillo del pueblo, se basó sólo en la ganancia del PIB (por
arriba del 4.5%) para el aguinaldo doble, y no tomó en cuenta las ganancias o
pérdidas de las empresas privadas.
Aquí nace algo
curioso, hace un par de meses, Evo Morales decretó que cualquier empresa que se
declare en quiebra será traspasada a los trabajadores. Con este decreto de
aguinaldo doble, miles de empresarios, chicos y grandes, han anunciado el
cierre, quiebra o despidos de trabajadores porque no van a poder cubrir los
pagos.
¿No será que
la verdadera intención del MAS es atacar al empresariado privado?, esperemos
que no, y que se tomen en cuenta estos parámetros a la hora de lanzar decretos
sin pensar en las consecuencias.
Mientras
tanto, el pueblo y los trabajadores asalariados, contentos por el dinero extra
que verdaderamente les corresponde, debemos exclamar un ‘Ave Evus’ por este
bono. Y como coinciden los expertos y economistas, recemos para que este
aguinaldazo no se traduzca en más impuestos, cierre de empresas, despidos y una
inflación por las nubes, porque el doble aguinaldo se va a acabar en un par de
semanas, y los precios altos no volverán a bajar jamás.
Perseguido
-político.
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