Alejandro Brown I.*
27 de nov. De 2016
Querida hija Fabiana:
En un día cumplirás 15 años. Tu
vida está llena de felicidad y diversión. Amas tus princesas barbies…, dibujar, cantar, bailar, los chocolates,
calcomanías, libros. Antes me pedias mi
opinión sobre todo, me pedias también que
te lleve a tiempo a la escuela y que te deje dormir conmigo.
Y aunque aún crees en cuentos de
hadas, un día me preguntarás por qué yo
no vivo con ustedes.
Sos lo suficientemente grande
como para recordar que alguna vez yo viví con Uds. , como una familia.
Algunas veces parecería ser que
esa familia formada por los 4, es sólo una fotografía, un recuerdo y nada más,
pero ese no es el caso. Aún seguimos entrelazados, incluso aunque no vivamos en
la misma casa.
La separación fue desgarrador
para tu madre y para mí. No sólo tuvimos
que reconocer que todos los años que invertimos juntos ya no importaban, sin
importar cuánto nos esforzáramos.
No sólo tuvimos que soportar la
Persecución Política y la crisis económica para ambos y las largas
noches que pasamos sentados discutiendo los días en que cada uno de nosotros te
tendría.
Sabíamos que una parte de ti
y tu
hermana, algún día desearían que estuviéramos juntos pero no importa
cuánto lo deseen, eso no sucederá nunca más. ¿Cómo nos sentiremos al saber que
no podremos cumplirte este deseo?
Aunque el divorcio es la única
opción para nosotros en este momento, espero que ambos podamos darte el amor
que te mereces, aunque sea por separado, porque, a veces tomar la decisión
correcta no siempre es fácil ni divertido.
Cuando veas imágenes de nuestra
boda, quizás parezcamos extraños y distantes en comparación a como estamos
ahora, pero en ese momento éramos felices.
Cuando seas mayor quizás nos preguntes por qué nos separamos,
pero ese día espero poder darte una respuesta sencilla y que puedas entender.
Por ahora, sólo quiero decirte que tu mama ocupará un espacio en mi corazón por
el resto de mis días.
Es una excelente madre que quiere
verte feliz, por eso me gustaría hablar con ella para que nos comprometamos a alinear nuestras metas y
objetivos cuando se trate de vos y
tu hermana, incluso cuando
tengamos discusiones, porque, al final del día, no tenemos mejor regalo en
nuestras vidas que vos y tu hermana.
Quizás sientas, en algún momento
que la causa de nuestro divorcio fuiste tú. Es común que varios niños y
adolescentes lo crean. Nunca fue así. Sos simplemente perfecta. No
tuviste nada que ver con nuestra separación.
Aún estás obsesionada con los
cuentos de hadas y todavía crees que el príncipe salva a la princesa en apuros.
A medida que crezcas, aprenderás que no eres una mujer en peligro, ni tampoco
que tienes que ser salvada por alguien. Mientras tanto, sigue creyendo en los
finales felices y los “vivieron felices para siempre”.
Nunca deposites tu felicidad en
otra persona. Cuando conocí a tu madre, creía que yo no era una persona digna
para ella. Y cuando me eligió, pensé en la suerte que tenía de que alguien así
me amara.
Me sentí como un príncipe cuando vi a tu madre y lo comparé con una Princesa.
No hagas lo mismo que yo. Por favor, siempre cree que eres maravillosa y que
nadie más que tú puede decidir si eres lo suficientemente digna.
Nunca creas que una persona hará
tu vida más feliz. Esa felicidad depende únicamente de vos. Construye un camino
que te haga sentir satisfecha, que le de alegría a tu mundo, invita a una
persona a estar contigo, pero recuerda: puedes retirarle la invitación cuando
lo desees.
Protege tu corazón y siempre cree
en ti. Y si encuentras a alguien que no comparta tu visión, búscate a alguien
que sí lo haga.
Quiero que sepas que ya eres una
mujer fuerte y creyente de Dios. Eres
perfecta así como eres, con tus defectos y virtudes y nunca tienes que
arrepentirte por ser como eres.
Querida hija, tus papás somos
felices por separado, y que hayamos tomado la decisión de separarnos no
significa que nos sentimos miserables.
Algunas veces, quizás, podrás
verme llorar, pero está bien. Lo importante es seguir adelante y nunca dejar de
creer en Dios.
Te ama tu papito así nomas como me llamabas con cariño.
Atte. Alejandro Brown I.
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