Tras haberse infiltrado en las redes árabes y haberse convertido al Islam, Salas terminó de construir su identidad en Venezuela como colaborador de las revistas árabes que se editaban en Caracas.
“Incluso escribí dos libros y edité un fanzine que se repartía en las mezquitas. Allí conseguí convencer a la familia de Carlos el “Chacal” de mi identidad, un venezolano de padres palestinos que ahora vivía en Europa, y cuando conseguí ganarme su confianza, lo demás fue fácil”.
Ha asimilado tantas personalidades en los últimos años que para recordar quién es debe remontarse a su infancia, la verdadera patria, como decía el poeta. Ha perdido el derecho a ser él mismo. Lo máximo a lo que puede aspirar después de cada infiltración es volver a ser Antonio Salas, un pseudónimo periodístico a través del que ha conocido las miserias del mundo. Toni, para los amigos. Tiene pocos: son muchos más los que quieren matarle.
Ahora, el único gesto que se mantiene en su camaleónico rostro es del miedo. Tras la publicación de Diario de un skin, pusieron precio a su cabeza los miembros del grupo neonazi Hammerskins. Después, fueron las mafias de la trata de blancas quienes juraron su muerte. Y más tarde, el Movimiento Revolucionario Tupamaro, los amigos en Venezuela de Carlos Ilich Ramírez, el “Chacal”, uno de los terroristas más sanguinarios del siglo XX, condenado a cadena perpetua desde 1994. Antes de las amenazas, el terrorista le había convertido en el gestor de su web.
La culpa la tiene Muhammad Abdallah, la identidad que Salas construyó para escribir El Palestino, el libro donde se adentra en las cloacas del terrorismo internacional. Abdallah llegó lejos. Primero, se convirtió en el webmaster del terrorista Carlos, creando y gestionando su blog y haciéndole llegar a la cárcel los mensajes del exterior. Después, se hizo su amigo. De haber sido una personalidad real, Muhammad Abdallah hoy estaría muerto o en la cárcel.
El propio Antonio Salas se lo cuenta a Teknautas. Responde al email desde cualquier lugar del mundo. En este artículo transcribimos, en cursiva, parte de la conversación. Siempre se conecta a internet desde pequeños cibercafés sin sistema de videovigilancia, desconectando la webcam antes de sentarse. Y nunca se queda más de 15 o 20 minutos.
Algunas de las fotografias de Muhammad Abdallah con su supuesta esposa Dalal, asesinada por los israelíes en Yinin”El principal problema era conseguir una biografía anterior al 11-S. Viajé por primera vez a Palestina para buscar una historia creíble, que justificase mi vocación de muyahid. Localicé un pueblo en Jenin, una zona de gran resistencia a la ocupación, y el caso de una joven muerta durante una incursión israelí. Y después le pedí a una exprostituta árabe, que conocí durante mi infiltración en la trata de blancas, que me ayudase a hacer mi álbum de fotos familiar. Esa joven sería mi esposa muerta por los judíos y el origen de mi vocación de mártir yihadista”.
“Después me matriculé en árabe y realicé cursos intensivos de pronunciación y caligrafía en Marruecos, Túnez, etcétera. Me convertí al islam, y finalmente terminé de construir mi identidad en Venezuela, como colaborador de las revistas árabes que se editaban en Caracas. Incluso escribí dos libros y edité un fanzine que se repartía en las mezquitas. Allí conseguí convencer a la familia de Carlos el Chacal de mi identidad, un venezolano de padres palestinos que ahora vivía en Europa, y cuando conseguí ganarme su confianza, lo demás fue fácil”.
“Mi primera conversación con él se produjo de forma inesperada. Afortunadamente, mi cámara estaba grabando todo. De lo contrario, soy consciente de que resultaría increíble. Estaba reunido con su hermano pequeño, Vladimir, única persona a la que, en aquel momento (2006) tenía permiso para telefonear desde la prisión de máxima seguridad donde estaba, el día y a la hora en que Ilich lo telefoneó. Vladimir le dijo que se encontraba con un joven palestino que le admiraba mucho y me pasó el teléfono. Llevaba años documentándome sobre el Chacal y casi me da un infarto cuando escuché su voz al otro lado. Me puso a prueba. Hablamos en árabe. A partir de ese día me convertí en su webmaster, y su blog fue una mina”.
Métodos de Al Qaeda para comunicarse
La tecnología se ha convertido en una herramienta imprescindible en el trabajo de investigación de un periodista, tanto para obtener información como para archivarla. En el caso de Salas, utiliza la misma táctica que Al Qaeda para comunicarse con su editora. Guarda las informaciones en forma de borrador en una cuenta de correo electrónico cuya contraseña conocen ambos, para evitar mandar emails.
En su último libro, Operación Princesa, que saldrá a la venta dentro de un mes y donde ha adoptado la identidad de un mercenario del crimen organizado con una condena por tráfico de armas, ha utilizado redes sociales como Facebook y Twitter para colocar vídeos y fotos con sus supuestos arsenales de armas.
En el caso de su relación con el Chacal, llevó hasta el extremo su alias en internet, hasta tal punto que los servicios de inteligencia pudieron haberle detenido. Sin embargo, desde ese punto de vista, nunca temió por su seguridad. Su prudencia a la hora de utilizar la red es obsesiva.
“Siempre fui consciente de que, en alguna oficina del Mossad o la CIA, alguien monitorizaría a diario la activa web de Carlos el Chacal. Supongo que los analistas que intentaban descubrir quién estaba detrás de la web oficial del terrorista más famoso del siglo XX se inquietaban al comprobar que el blog era actualizado desde Caracas, Barcelona, El Cairo, Damasco, Lisboa, Rabat, Amman… Y sospecharían que una organización internacional daba soporte al Chacal. Pero siempre era yo, que no dejé de viajar en esos seis años. Para enviar el correo postal a la prisión de Ilich, también solía cruzar la frontera, y evitaba en lo posible las estafetas españolas. Ilich siempre valoró esa prudencia, aunque no sospechó las razones reales”.
“Tuve mucha suerte. Ilich me necesitaba como contacto con el mundo exterior y me prohibió participar en acciones armadas. Tampoco pensaba hacerlo. Aun así, asistí a muchas reuniones en Europa o América en su nombre. Cuando, en 2008, viajé a Estocolmo para participar en una reunión internacional de grupos revolucionarios, los organizadores querían que Ilich participase a través de mi teléfono móvil, y eso te abre muchas puertas. Lógicamente, sabía que los servicios de inteligencia controlaban esas reuniones, y que escuchaban nuestras conversaciones, pero en caso de detención me habría identificado como periodista y habría abortado la investigación”.
Cuando Eduardo Rózsa se cruzó en su camino
Todo iba bien hasta que se cruzó en su camino Eduardo Rózsa, un antiguo contacto del Chacal en Hungría. Escribió a la web controlada por Salas, y durante meses intercambiaron correspondencia, libros y mensajes de Illich. Sin embargo, en 2009 Rózsa y un comando armado que lideraba fueron acribillados en Bolivia, cuando estaban preparando, en teoría, un golpe de estado contra Evo Morales.
Salas se asustó, y pensó que había llegado demasiado lejos. Aunque tenía contactos en los servicios de inteligencia españoles, italianos, norteamericanos e israelíes, tras la muerte de Rózsa alguien había descubierto su relación con el “Chacal” a través de su alias, y temió convertirse en objetivo.
“Cualquier miembro de cualquier grupo armado del mundo, que quería contactar con él por la red, en realidad contactaba conmigo. Después yo filtraba los mails, los imprimía y se los enviaba a prisión. Cuando en 2008 lo trasladaron a una prisión normal en Paris, ya tenía permiso para telefonear libremente. Me llamaba varias veces por semana”.
“Tengo docenas y docenas de horas de conversaciones con él grabadas. Imposible resumir todo el contenido político, personal, religioso, filosófico de esas grabaciones. Cuando publiqué El Palestino, le envié una copia. No le hizo gracia. Sus principales valedores en Venezuela, el Movimiento Revolucionario Tupamaro, me han condenado a muerte”.
Los bajos fondos de internet
Después de haber conocido de cerca los bajos fondos de internet y las tácticas de espionaje de los servicios de inteligencia, el periodista no se fía del poder, ni de los políticos ni de los propios periodistas. No se fía de nadie. Conoce a programadores que trabajan para los servicios de inteligencia desarrollando programas espía y troyanos, aprovechando los vacíos legales que todavía rodean internet.
El periodista piensa que ante esos programas la única defensa segura es tirar el módem por la ventana. Hace años, un experto en inteligencia le confesó que tenía dos ordenadores. Uno, en el que almacenaba la información y trabajaba a diario, no tenía conexión a internet. El que usaba para navegar no contenía ninguna información de interés.
“Internet es un arma. Y como tal, puede utilizarse para cazar alimento o para cometer delitos. Es obvio que es una herramienta de espionaje excelente. Pero también un instrumento de desinformación. Es obvio que grupos criminales utilizan la red para difundir su ideología. Durante la investigación de El Palestino pude reunir un volumen aterrador de vídeos de atentados, manuales de explosivos, guías para la fabricación de armas caseras… Pero esos mismos grupos ofrecen a los servicios de inteligencia la justificación perfecta para espiarnos a todos. Sin embargo, en mi opinión los demonios de internet son otros. Más de cuatro de cada diez sites en la red son porno. Y un alto porcentaje de ellos, porno infantil. Eso dice mucho de nuestra naturaleza”.
“Me consta que el fenómeno de la inteligencia privada llegó a España hace años. Igual que en Israel o EEUU exagentes del Mossad o la CIA se pasan al sector privado una vez jubilados de sus servicios, en España existen diferentes agencias de inteligencia y seguridad privadas que lo mismo envían mercenarios armados a Libia o Irak, que escanean conversaciones telefónicas o colocan micrófonos en las reuniones políticas en algún lujoso restaurante de Barcelona”.
Ilich Ramírez fotografiado a finales de 2009 con una camiseta de Hugo Chavez y Simón Bolivar. Hace unos días, la fiscalía notificó a Antonio Salas la renovación de su condición como testigo protegido. Los recortes en Justicia han hecho que a muchos testigos protegidos que consumían recursos de Interior, como escoltas o pisos francos, se les retirase ese derecho, pero no es su caso.
Reconoce que, como todas las personas amenazadas por grupos terroristas o el crimen organizado, vive un poco paranoico. Como periodista, le resulta frustrante que nadie más, ni antes ni después que él, haya vuelto a grabar desde dentro las gradas ultras, o el apoyo de los clubs de fútbol a grupos nazis; o al cabecilla de ETA en Venezuela, Arturo Cubillas; o las compras de niñas vírgenes latinas para los burdeles españoles. Además, el año pasado el Tribunal Constitucional falló contra el uso periodístico de la cámara oculta, creando jurisprudencia.
“Porque que ningún colega lo haya vuelto a hacer, no significa que las cosas hayan cambiado. Pero he ganado la satisfacción de recibir miles emails, no exagero, de jóvenes que dejaron el movimiento nazi, la prostitución, o la idea de ingresar en un grupo yihadista, después de leer mis libros. Y eso es lo más importante. La pluma, a veces, puede más que la espada”.